La historia geológica del territorio que hemos estudiado es muy compleja y está determinada por dos episodios geológicos de gran trascendencia: la evolución del antiguo mar de Tetis hasta dar origen a la actual cuenca mediterránea y la orogenia alpina provocada por el acercamiento entre las placas africana y euroasiática. La Comarca del Guadalhorce, enmarcada en el entorno de las cordilleras béticas es, por tanto, heredera de una gran actividad geológica en el pasado.
Lo sucesos geológicos que dieron origen a la Cuenca Mediterránea no están aún del todo explicados, dada su extrema complejidad. El mar mediterráneo se originó a partir del antiguo
mar de Tetis que se formó durante el
mesozoico cuando el supercontinente
Pangea II se fracturó en dos grandes masas continentales:
Laurasia y
Gondwana.
Posteriores colisiones entre las masas continentales en que quedó dividida Pangea II y la microplaca de alborán, situada al sureste de la Península, dio lugar a la
orogenia alpina, durante el
cenozoico, dando lugar a las cordilleras béticas y al cierre del mar de Tetis por el este, creándose así la
Cuenca Mediterránea.
Como consecuencia de la colisión entre las placas Euroasiática y Africana y del levantamiento de las
cordilleras béticas, se produce el aporte de grandes cantidades de sedimentos continentales hacia el Golfo de Cádiz (corrientes de turbidez). Estos materiales, que sedimentan a principios del
cenozoico, forman el llamado
Flysch del Campo de Gibraltar: areniscas y arcillas alternantes, depositadas con anterioridad a la orogenia alpina, que han quedado cubiertas por otros sedimentos más recientes (del mioceno) y han sufrido importantes plegamientos debido a las fuerzas tectónicas que han actuado en la cuenca (pueden observarse entre el Hacho y Sierra de Aguas).
Durante el
tortoniense se depositaron las
molasas del Hacho, un conjunto de
areniscas calcáreas y conglomerados. Probablemente, los conglomerados son de origen fluvial, es decir, materiales arrastrados por los arroyos y afluentes del Guadalhorce, ya que se trata de fragmentos rocosos redondeados y sin una clara clasificación por tamaños, lo que muestra que fueron transportados por corrientes de agua.
Creemos que las areniscas proceden de depósitos de sedimentos marinos en situación de plataforma continental somera, lo que explica la presencia de fósiles, conchas de moluscos, además de una leve laminación cruzada que puede observarse en la zona superior del Hacho de Álora.
Durante el
messiniense (un período posterior al tortoniense) se produjo un fenómeno de importancia geomorfológica para la región: la
crisis de salinidad messiniense. Por desconexión entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, se produjo una desecación del último que condujo a una gran caída del nivel del mar. Este descenso del nivel de base provocó el encajamiento de la red fluvial por aumento de la erosión y la formación del
cañón messiniense.
Durante un período posterior, el
plioceno, se produjo una nueva comunicación atlántico-mediterráneo que ocasionó la entrada de agua a través del Estrecho de Gibraltar provocando una elevación del nivel del mar. Se trata de la llamada
transgresión pliocena. Tanto los materiales del Flysch como los sedimentos tortonienses (Hacho) no estaban tan bien cementados como ahora. El nivel del mar saturaba la base de los sedimentos y las olas erosionaban las faldas o vertientes del Hacho. Así se depositaron turbiditas (materiales arrastrados por las corrientes de turbidez) y se formaron abanicos (producto de la erosión de las laderas) en algunos lugares rodeando al Hacho. Algunas concavidades en las paredes del Hacho recuerdan a antiguas plataformas de abrasión marinas (observación que no podemos confirmar). Además, se depositaron materiales marinos y fluviales en todo el Valle del Guadalhorce.
Durante el
cuaternario, las oscilaciones del nivel del mar y los cambios climáticos provocaron la formación de
terrazas fluviales en el valle, a los lados del cauce, consecuencia de los episodios de erosión y sedimentación en los márgenes de la vega del río. La erosión posterior modificó el paisaje hasta dar lugar al relieve actual.
Conclusiones:
- Mar de Tetis y división de Pangea II (mesozoico).
- Orogenia alpina y formación de la cuenca mediterránea (cenozoico).
- Levantamiento de las cordilleras béticas y formación del Flysch (cenozoico).
- Depósito de las areniscas calcáreas y conglomerados del Hacho (tortoniense).
- Crisis de salinidad messiniense (descenso del nivel del mar) y formación del cañón messiniense.
- Transgresión pliocena (subida del nivel del mar) y erosión de las laderas del Hacho.
- Depósito de materiales marinos y continentales en el valle y formación de terrazas por las oscilaciones del nivel de base y factores climáticos.
- Erosión posterior hasta la formación del relieve actual.
Para posteriores investigaciones:
A
finales del mesozoico o principios del cenozoico se produjo la intrusión, entre los sedimentos, de material fluido procedente del manto constituyendo
las peridotitas de la Sierra de Aguas, transformadas luego en serpentinas por hidratación de este material magmático. Esta intrusión de origen profundo y poco frecuente en la corteza (procede del manto terrestre) ocasionó un metamorfismo de contacto que dio lugar a una amplia variedad de rocas y minerales. La Sierra de Aguas y sus peridotitas podrían ser el punto de partida de un nuevo proyecto de investigación.
Sierra de Aguas y monte Huma (al fondo)